Palabras del Canciller del Perú Ricardo Luna en el Foro Anticorrupción Perú-Chile
MRELima, 3 de octubre de 2017
Discursos de Autoridades 0017 - 17

Señores directores ejecutivos de Chile Transparente y de Proética, señoras y señores, amigos todos:


Proética publicó la semana pasada la última encuesta nacional sobre corrupción. Sus resultados muestran que crece la percepción de la gravedad del problema. Ahora ya es la primera preocupación pública  en el interior del Perú.


En Chile y el Perú hemos visto con claridad el daño que la corrupción produce. Sus efectos más nocivos son la pérdida de confianza en el Estado y el deterioro de las condiciones económicas.


La combinación de corrupción e impunidad es corrosiva. Socava la legitimidad social de las instituciones gubernamentales, erosiona los valores democráticos y sabotea el desarrollo económico.


La epidemia de corrupción no conoce fronteras nacionales o subnacionales, ni hace distinciones partidarias. Está presente en todos los niveles gubernamentales. Tiene múltiples dimensiones y es la principal amenaza a la gobernabilidad democrática en toda la región. 


Por eso hemos acordado que la lucha contra la corrupción sea el tema central de la cumbre de las américas que tendrá lugar en lima en abril próximo. Queremos que el diálogo entre los jefes de Estado americanos se traduzca en la adopción de medidas concretas para combatir la corrupción con eficacia y firmeza, que pase más allá del ejercicio retórico o declaratorio.


Tenemos la obligación de unir esfuerzos para enfrentar las diversas prácticas corruptas y el reto demanda la cooperación internacional y la acción conjunta de entidades estatales y de la sociedad civil. Este foro demuestra la necesidad de trabajar juntos, desde el Estado y desde la sociedad en su conjunto, en función de un intercambio transparente y recíproco.


Este diálogo bilateral debería alentar mayor discusión en ambos países sobre cómo enfrentar la corrupción. El objetivo es enriquecer el debate de la Cumbre de Lima. Debemos formular propuestas que nos permitan concertar medidas realistas y eficaces al más alto nivel.


La ciudadanía demanda resultados y para lograrlos se requiere eficacia. No basta con reconocer la dimensión del problema. Es hora de actuar y pasar del diagnóstico al plano práctico de acordar acciones efectivas.


No podemos dejar pasar la oportunidad de reunir a los jefes de Estado americanos para encarar la red de corrupción extendido por toda la región.  El desafío es que en la próxima Cumbre de las Américas se demuestre la decisión política requerida para superar esta amenaza regional con la fortaleza y los recursos necesarios.


No tenemos alternativa. El debilitamiento de la confianza pública no es un peligro inminente. Ya está presente. La extensión de la corrupción ha dañado el tejido social de nuestras democracias. Ha carcomido los lazos de confianza interpersonal. Hoy menos de 5% de la población del Perú cree que se puede confiar en la mayoría de las personas. El resto piensa que solo se puede confiar en pocas personas o, peor aún, en nadie.


El profundo malestar social generado por la corrupción y la impunidad hace impostergable la necesidad de combatirlas con convicción.


El reto es, como he dicho, multifacético. Requiere esfuerzos sostenidos en el tiempo y la activa cooperación de todos, de los diferentes países de la región, así como de las instancias públicas y las organizaciones de la sociedad civil.


La extensión de la corrupción nos afecta a todos y, por ende, la respuesta necesaria demanda la colaboración de todos nosotros. La próxima Cumbre de las Américas es un hito insoslayable para de demostrar que tenemos la voluntad política de responder al más nocivo de los fenómenos que erosiona nuestra gobernabilidad.   


Muchas gracias.​






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